EL MITO
Podrías caer sobre mí como un cortejo de sombras,
encaramarte a mi cara y moldear con este rictus
una plegaria,
someterme a tu vieja voluntad,
descolgarte por mis nervios
en pirámides interminables.
Podrías llegar a vislumbrar
la congoja de ser inapelable,
esconderte en el último alegato
de los que no tienen perdón,
urdir ejércitos de polvo como un héroe demente.
Puedes hacerte o deshacerte
como un ídolo de barro:
no existes ya.
Podría construirte un arrebato,
una vacilación,
una vida que acate tu desaparición
y te deponga…
pero prefiero que seas el bárbaro soporte
de un universo falible,
la pena cosida de tus pies,
la violencia de tu serenidad
y tu evidencia.
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